A mediados de la década
de los 80, los
científicos comenzaron a
alabar las promesas de
la terapia de genes.
Conceptualmente (y
considerando al mundo
solo al nivel sub-microscópico),
la terapia de genes es
una solución lógica y
directa a las
enfermedades genéticas:
si un gen parece estar
causando una enfermedad,
entonces, con el fin de
curar dicha enfermedad,
los científicos deben
remover a ese gen “malo”
y substituirlo o añadir
a un gen “bueno.” La
realidad es mucho más
compleja. A pesar de que
en los Estados Unidos se
han aprobado más de
trescientos protocolos
de terapia de genes para
pruebas en humanos,
involucrando a más de
cuatro mil pacientes, la
terapia de genes aún
falla en cumplir sus
promesas de curar
cualquier enfermedad
genética.
Jesse: la terapia
genética que salió mal
El 17 de Septiembre de
1999, el joven Jesse
Gelsinger, de 18 años de
edad, falleció como
resultado de su
participación voluntaria
en un experimento de
terapia genética,
convirtiéndose así en la
primera víctima humana
conocida de esta
tecnología. La
experiencia de Jesse
ilumina a varios
elementos importantes de
la terapia de genes que
deben ser seriamente
considerados por las
agencias gubernamentales,
los científicos y el
público en general como
evidencia de la
necesidad de regular o
supervisar a esta
tecnología.
Jesse tenía una
enfermedad genética
bastante rara, conocida
como deficiencia de
ornitina
transcarbamilasa (OTC en
sus siglas en inglés),
la cual afectó su
habilidad de eliminar el
amoníaco de su cuerpo.
El amoníaco es un
producto normal, pero
tóxico, del metabolismo
de las proteínas. La
mitad de los niños con
OTC mueren durante el
primer mes de vida y la
otra mitad muere antes
de su quinto cumpleaños.
Jesse tenía una forma
leve de la enfermedad
pues algunas de sus
enzimas estaban
funcionando normalmente.
Él era capaz de
controlar su enfermedad
a través de la dieta y
con el uso de
medicamentos, aunque él
tenía que tomar 32
pastillas cada día.
El protocolo
experimental para el
cual Jesse se prestó
voluntariamente no tenía
posibilidad de proveer
ningún beneficio a él o
a los otros voluntarios.
-
El protocolo estaba
diseñado sólo para
probar la seguridad de
un tratamiento que
podría ser usado en
bebés con la forma
letal de OTC.
-
Los científicos que
diseñaron el protocolo
en el Instituto de
Terapia de Genes de la
Universidad de
Pennsylvania, los Drs.
James Wilson y Mark
Batshaw, creían que el
OTC podía ser superado
con la terapia de
genes.
-
Ellos esperaban poder
inocular a los bebés
sufriendo OTC con
genes que les
ayudarían a producir a
las enzimas faltantes.
-
Con el fin de llevar a
estos genes a las
células del paciente,
el Dr. Wilson
desarrolló una forma
débil de un virus de
la gripe (conocido
como adenovirus) el
cual estaba diseñado
para entrar a las
células tal y como lo
hacen los virus,
excepto que en vez de
traer enfermedad,
supuestamente
introduciría el gen
corrector del OTC.
-
Wilson y Batshaw
esperaban que la
inoculación de
adenovirus y genes
correctivos podría
usarse para reducir el
número de fatalidades
en infantes por medio
del control de los
niveles altos de
amoníaco en los bebés
con OTC inmediatamente
después del nacimiento.
Wilson y Batshaw
trabajaron juntos en el
desarrollo del protocolo
para OTC y, en 1995,
presentaron una
aplicación al Comité
Asesor sobre ADN
Recombinante (RAC) del
Instituto nacional de
Salud (NIH) y a la
Administración de
Alimentos y Drogas (FDA)
para ser revisado y
aprobado, tal y como es
requerido para todos los
experimentos humanos que
involucran a la terapia
de genes.
Se determinó que Jesse
fue elegible para el
estudio y fue asignado
al grupo final de
sujetos de prueba, el
grupo que recibiría la
dosis mayor de
adenovirus. En ese
entonces, los
investigadores creían
que, en el peor de los
casos, las pruebas
podrían causar una
inflamación del hígado.
El 13 de Septiembre de
1999, el Dr. Raper
inyectó 30 mililitros de
adenovirus con el gen
correctivo de OTC al
sistema circulatorio de
Jesse. De acuerdo a los
médicos, Jesse presentó
una reacción
inmunológica severa a la
inyección, resultando en
un colapso múltiple de
sus sistemas de órganos,
lo cual causó su
fallecimiento el 17 de
Septiembre de 1999,
cuatro días después de
la inyección de terapia
de genes.
La seguridad de la
terapia de genes
Las pruebas de terapia
de genes han producido
las siguientes preguntas:
-
¿Cuán seguro debe
ser un experimento
antes de que sea
ética su aplicación
en seres humanos?
Antes del protocolo
en humanos, Batshaw
y Wilson habían
realizado estudios
con animales con el
fin de probar que la
terapia de genes
para OTC estaba
lista para pruebas
en humanos. Citaron
a más de 20
experimentos en
ratones para probar
la eficacia del
tratamiento, y a 12
estudios de
seguridad en ratones,
monos Rhesus y
mandriles. Varios
monos Rhesus
murieron como
consecuencia de
reacciones
inmunológicas
intensas a altas
dosis de adenovirus,
similares a la
reacción de Jesse.
-
¿Es eficiente el
proceso de revisión?
La revisión
obligatoria de los
experimentos de
terapia de genes en
humanos por el FDA y
el RAC supuestamente
añade otro nivel de
precaución. Sin
embargo, los
críticos de este
proceso han dicho
con frecuencia que
el margo regulador
actual (revisión por
el RAC del NIH y
aprobación por el
FDA) crea un proceso
de revisión ineficaz.
Cuando Wilson y
Batshaw presentaron
por primera vez su
protocolo para ser
revisado por el RAC,
los dos científicos
del RAC que hicieron
la revisión tuvieron
reservaciones sobre
su aprobación. Sin
embargo, las
negociaciones que
continuaron entre
los árbitros
federales (incluyendo
oficiales del RAC y
del FDA) y la
Universidad de
Pennsylvania
resultaron en la
aprobación del
protocolo.
Como resultado del
informe de la muerte de
Jesse Gelsinger y las
subsecuentes
revelaciones de seis
muertes adicionales en
experimentos de terapia
de genes en Nueva York y
Massachussets, el RAC
del Instituto Nacional
de Salud (NIH) convocó
una investigación
pública de tres días
sobre la muerte de
Jesse, sobre la conducta
de la investigación
sobre terapia de genes y
sobre la seguridad del
uso del adenovirus. El
FDA argumentó que:
-
El hígado de Jesse
no estaba
funcionando lo
suficientemente
bien al momento de
la inyección de
adenovirus y que
él no debió ser
elegible para el
estudio.
-
Los científicos de
Pennsylvania había
violado las
regulaciones del
FDA al no reportar
información sobre
pacientes que
habían sufrido
efectos
secundarios serios
que hubieran
podido detener a
las pruebas.
-
El documento de
consentimiento
informado que
Jesse firmó se
desvió del
original aprobado
por la agencia
cuando ésta revisó
los protocolos. La
nueva forma de
consentimiento no
hizo mención de
las reacciones
severas del
sistema inmune al
adenovirus que
resultaron en la
muerte de los
monos.
El 21 de Enero del 2000,
el FDA canceló por
tiempo indefinido los
experimentos de terapia
de genes en seres
humanos en la
Universidad de
Pennsylvania. Las
pruebas se mantendrán a
la espera hasta que el
instituto responda
formalmente al informe
del FDA y convenza al
FDA de que puede seguir
las reglas federales
designadas para asegurar
la seguridad de los
voluntarios que
participen en los
estudios.
Desde el momento en que
la noticia de la muerte
de Jesse llegó a la
atención de los
reguladores del gobierno
y del público en
Septiembre de 1999, más
evidencia ha salido a la
luz sobre los serios
riesgos a la seguridad
de los pacientes en
otros experimentos de
terapia de genes.
-
El NIH recibió
691 informes
sobre “serios
eventos adversos”
en los
experimentos de
terapia de
genes.
-
A pesar de que
la estructura
reguladora
actual requiere
a los
investigadores
notificar
prontamente al
NIH cuando
aparece algún
problema, 652 de
estos informes
nunca habían
sido presentados
al NIH.
-
Por lo menos dos
experimentos de
terapia de genes
reportaron
muertes en sus
pacientes. A
pesar de que en
ambos casos los
investigadores
decidieron que
las muertes no
estaban
relacionadas al
tratamiento de
terapia de
genes, sus
informes indican
que, de hecho,
los
investigadores
no pueden
concluyentemente
determinar la
causa de muerte
de algunos de
los pacientes.
Interés de las
corporaciones en a
terapia de genes
Además de las dudas
sobre la seguridad, el
masivo interés por parte
de las corporaciones en
el desarrollo de terapia
de genes trae preguntas
que solo pueden ser
respondidas con
diligencia. El interés
comercial intenso en la
terapia de genes puede
crear conflictos entre
las decisiones de
negocios y las
decisiones médicas.
En el caso de las
pruebas de terapia de
genes que causaron la
muerte de Jesse:
-
El Dr. James
Wilson,
director del
Instituto de
Terapia de
Genes de la
Universidad de
Pennsylvania,
también es
dueño de una
compañía
privada
llamada Genovo
Inc., fundada
por él en
1992. Genovo
posee los
derechos de
cualquier
descubrimiento
hecho por
Wilson en su
laboratorio de
la Universidad
de
Pennsylvania.
-
A través de
este arreglo,
Genovo tiene
acceso a los
descubrimientos
de Wilson,
minimizando a
la vez los
riesgos de
negocios dado
que la
compañía puede
dejar que el
laboratorio
haga las
pruebas
clínicas antes
de decidir
hacer
inversiones.
-
El NIH
disminuyó aún
más el riesgo
a Genovo y
maximizó los
beneficios a
la compañía al
financiar las
pruebas OTC en
las cuales
tomó parte
Jesse.
-
Genovo también
tiene una
inversión
financiera en
la variación
del adenovirus
que Wilson
desarrolló y
probó en Jesse
durante las
pruebas de
terapia de
genes en
humanos. Este
adenovirus
hubiera sido
muy
comerciable si
hubiera sido
exitoso.
-
Además, BIOGEN,
una compañía
de
biotecnología
con sede en
Cambridge, le
ha pagado a
Genovo treinta
y siete
millones de
dólares desde
1995 por el
derecho de
comercializar
eventualmente
cualquier
terapia de
pulmón o de
hígado
desarrollada
por Genovo.
Genovo
comparte este
dinero de
BIOGEN con el
Instituto del
Dr. Wilson en
la Universidad
de
Pennsylvania.
De hecho, los
fondos de
BIOGEN
representan el
veinte por
ciento del
presupuesto
del Instituto.
El acuerdo
entre Genovo y
BIOGEN (el
cual está
programado
para
renovación
este año 2000)
requiere que
Genovo
demuestre
progreso en
llevar a la
terapia de
genes hacia un
producto
comerciable.
-
En Agosto de
1999, Genovo
entró en un
acuerdo con
GENZYME (otra
compañía de
biotecnología
con sede en
Cambridge)
para el
desarrollo de
terapias de
genes
específicas
para el hígado
para el
tratamiento de
trastornos
metabólicos.
Voluntarios capaces y
deseosos
El interés comercial de
las corporaciones en la
terapia de genes se
vuelve aún más
inquietante cuando es
considerado
conjuntamente con el
hecho de que las
personas están
literalmente haciendo
fila para ser usados
como sujetos en las
pruebas clínicas. La
terapia de genes es
alentadora a las
personas que
desesperadamente buscan
una esperanza de
curación. Es una
tecnología que es
comercializada como una
cura para las
enfermedades genéticas,
enfermedades que por lo
general llevan al
sufrimiento, lo cual es
enteramente
injustificable. Si un
amigo o un miembro de su
familia tiene una
enfermedad genética y
uno lo ve sufrir sin
descanso y sin esperanza
de curación, ¿no
aceptaría inmediatamente
y sin pensar cualquier
oportunidad de acabar
con ese sufrimiento?
Este juego de
circunstancias causa
mucha preocupación, dado
que pone a un grupo de
personas muy vulnerables
y bienintencionadas en
riesgo serio de quedar
sin protección adecuada.
Inicialmente, Wilson y
Batshaw creyeron que el
protocolo debería ser
probado en infantes con
OTC severa, dado que la
terapia estaba diseñada
específicamente para
estos bebés. Sin
embargo, Arthur Caplan,
el experto residente en
bioética de la
Universidad de
Pennsylvania, no estuvo
de acuerdo. Él dijo que
no sería ético
experimentar con bebés
enfermos, dado que los
padres de infantes
moribundos se encuentran
demasiado estresados
como para poder dar un
consentimiento informado.
Consecuentemente, Wilson
y Batshaw decidieron
usar adultos estables
para el protocolo, es
decir, hombres como
Jesse que tenían la
enfermedad pero que
estaban sobreviviendo
con el uso de
medicamentos y dietas
especiales, y también
usar mujeres que
acarrean al gen ligado
al OTC. Este cambio de
infantes moribundos a
adultos estables
significó que las
personas que estaban
sobreviviendo a su
enfermedad y recibiendo
el beneficio de los
tratamientos
convencionales fueron
puestas en riesgo en
situaciones que no iban
a producir ningún
beneficio para ellos.
Las audiencias del RAC
del NIH que se llevaron
a cabo después de la
muerte de Jesse también
hicieron público el
hecho de que algunos de
los voluntarios para
este estudio fueron
reclutados de forma
coercitiva, usando
sitios de Internet y
boletines de noticias
que detallaban la
promesa de la terapia si
funcionaba bien y que
enfatizaban la necesidad
de sujetos humanos. Este
tipo de información,
puesta en los lugares
donde sería vista por
una población sensible a
los problemas de vivir
con una enfermedad
genética, también crea
dudas sobre cómo obtener
voluntarios
verdaderamente
informados para ser
usados en la
experimentación
Conclusión
La experimentación en
humanos en la terapia de
genes crea muchas
cuestiones. La promesa
de la tecnología se
representa como muy
grande y la realidad de
ella es muy peligrosa.
La terapia de genes en
humanos debe ser
seriamente y
cautelosamente evaluada.
Sin una supervisión más
intensa y más efectiva,
la muerte de Jesse puede
ser la primera de muchas
en la terapia de genes.
A pesar de que la
participación de Jesse
en las pruebas humanas
no le proveyó a él o a
los infantes con OTC
ningún beneficio, quizás
llevó a algo aún más
importante en este
campo. La muerte de
Jesse ha forzado a los
investigadores y a los
oficiales del gobierno
a:
-
valorar de
nuevo el
marco actual
y la
estructura
de la
investigación
en terapia
de genes;
-
reexaminar
los
procedimientos
de
consentimiento
informado;
-
y tomar
responsabilidad
pública por
sus acciones.
Actualización por los
Editores de
Actionbioscience: A
principios de Octubre
del 2002, la
Administración de
Alimentos y Drogas (FDA)
canceló varias pruebas
de terapia de genes en
los Estados Unidos, a
razón de un niño en
Francia que desarrolló
una enfermedad parecida
a la leucemia casi tres
años después de haber
sido sometido a una
terapia de genes. El
niño fue uno de cuatro
que recibieron la
terapia para un
trastorno del sistema
inmunológico. La FDA no
canceló a otros 150 o
más pruebas de terapia
de genes debido a que
estas pruebas estaban
dirigidas a enfermedades
diferentes a la
inmunodeficiencia severa
combinada. (Fuente:
División de Terapias
Celulares y de Genes de
la FDA y el periódico
Los Angeles Times).
©2000, GeneWatch. Este
artículo es una versión
condensada de un
artículo original
publicado en la revista
GeneWatch (Vol. 13, No.
1), reimpreso con
permiso. GeneWatch es la
revista bimensual del
Consejo para la Genética
Responsable (CRG, en sus
siglas en inglés). Por favor ver
políticas de reimpresión.
Sobre el autor:
La Dra. Sophia M.
Kolehmainen, J.D., es
Directora de Programas
para el Consejo para la
Genética Responsable y
miembro de la junta
editorial de su revista
bimensual, GeneWatch.
Ella ha escrito varios
artículos sobre las
implicaciones sociales,
éticas y legales de la
genética humana y
agrícola y tiene
licencia para practicar
leyes en el estado de
Massachussets.
http://www.gene-watch.org/programs/privacy/insurance.html |