"Leslie Lemke da
conciertos de piano
virtuosos, a pesar de
ser ciega, con
parálisis, y
ligeramente retardada.
Después de escuchar
una pieza musical,
familiar o no, tocada
o cantada por un
miembro de la
audiencia, Lemke puede
no solo reproducirla
perfectamente (incluyendo
cualquier error que la
persona lanzando el
reto pueda haber hecho)
sino también tocarla
en un repertorio
predefinido de varios
arreglos
composicionales."1
"Al darle cualquier
fecha del calendario,
ya sea 5 de Mayo de
1912 o Navidad del
8688, (John y Michael)
pueden calcular
instantáneamente el
día de la semana para
esa fecha, tomando en
cuenta hasta los años
bisiestos."1
Estas y otras increíbles
hazañas mentales, como
por ejemplo la contada
de los palillos de
dientes y la
memorización de la guía
de teléfonos mostrada
por Raymond Babbit,
protagonizado por Dustin
Hoffman en la película
Rainman, son
características del
síndrome del "savant" (también
conocido como autista
inteligente o "idiot
savant"), un tipo raro
de sabiduría o
brillantez mental a
veces asociado con el
desorden mental del
autismo.
Desafortunadamente, los
autistas inteligentes o
savants, así como los
más comunes autistas no
savant, poseen
características del
desorden que les hacen
prácticamente imposible
llevar una vida llena
independiente. Estas
características
debilitantes, las cuales
se vuelven aparentes en
los primeros años de
vida, incluyen:
-
despego social, por
ejemplo, fallar en
sonreír a sus padres y
no estar conscientes
de los eventos que
ocurren a su alrededor;
-
desarrollo anormal del
lenguaje, como por
ejemplo, repetir
frases en una voz
mecánica;
-
movimientos inusuales
repetitivos, como por
ejemplo, mecerse o
mover ligeramente y
rápidamente los dedos;
-
retardo mental.
A pesar de que el
síndrome de savant es
bastante raro (solo se
han registrado unos 200
casos en la historia),
el autismo infantil es
más común, afectando a
uno de cada 700 niños.
La frecuencia en los
niños es cuatro veces
mayor que en las niñas.
Aún con esta frecuencia
relativamente alta, los
científicos todavía no
entienden los mecanismos
de este problema serio
en el desarrollo. Lo que
ellos han descubierto es
que el autismo es una de
las enfermedades más
hereditarias que se
conocen. En otras
palabras, el autismo
parece ser
mayoritariamente
genético en su origen y
la mayoría de los niños
autistas heredan el
desorden de sus padres.
Esto es muy diferente a
las explicaciones
anteriores de los
investigadores acerca de
las causas del autismo,
el cual era atribuido
casi exclusivamente a
eventos ambientales,
como por ejemplo, la
indiferencia o falta de
emoción en los padres, o
daños cerebrales. ¿Qué
llevó a un cambio tan
dramático en la forma de
pensar acerca de las
causas del autismo? Por
la mayor parte, ha sido
la investigación en un
campo llamado la
genética del
comportamiento. La
genética del
comportamiento busca
explicar las diferencias
en el comportamiento
humano, incluyendo
características de la
personalidad,
habilidades cognitivas y
desórdenes mentales, por
medio de la búsqueda de
genes que influencian
comportamientos
específicos. A primera
vista, uno puede pensar
que los genes no tienen
influencia en la
personalidad o en otros
comportamientos, sino
que son el resultado de
decisiones conscientes.
Más que simples genes
Sin embargo, una mirada
más cercana a un ejemplo
que entendemos muy bien,
sugiere que las causas
del comportamiento
pueden ser el resultado
de complejas
combinaciones de
influencias genéticas y
ambientales, esto es,
una mezcla de la
naturaleza y la crianza
(referido en inglés como
"nature and nurture"):
-
Los niños que heredan
dos copias de una
forma mutada de un gen
del cromosoma 12 serán
incapaces de
metabolizar el
aminoácido
fenilalanina, un
componente común de
las proteínas
alimenticias.
-
Si esta deficiencia,
llamada fenilketonuria
(PKU) no es detectada,
el niño desarrollará
retardo mental, una
condición con
consecuencias
comportamentales
obvias. Así, un solo
gen puede tener
efectos profundos en
el comportamiento, en
este caso, perturbando
el comportamiento
normal.
-
Afortunadamente, un
examen de rutina que
se le da a cada niño
que nace en los
Estados Unidos puede
detectar la PKU al
nacer y una dieta
especial que elimina
la fenilalanina puede
prevenir el retardo
mental.
-
En el caso de la PKU,
los geneticistas han
determinado que el
retardo se debe a la
genética (el mutado
gen de la hidroxilasa
de la fenilalanina) y
al ambiente (una dieta
que contiene
fenilalanina).
Este simple ejemplo
ilustra como el
pensamiento
reduccionista puede
llevarnos a conclusiones
equivocadas. Si solo nos
enfocamos en el gen, el
cual no podemos cambiar,
perderíamos la
importancia del ambiente,
el cual si podemos
cambiar.
Investigando el
comportamiento
Después de todo, la
mayoría de los
comportamientos no están
ligados a genes simples.
Es decir, los patrones
típicos de la herencia
mendeliana (como por
ejemplo, la herencia
recesiva de la PKU) no
siempre surgen en los
estudios de la genética
del comportamiento. A
pesar de que un gen
simple no puede crear
comportamientos normales,
las mutaciones en un gen
simple pueden perturbar
estos comportamientos.
Sin embargo, esto no
quiere decir que los
geneticistas del
comportamiento no tienen
métodos confiables para
investigar si los genes
pueden influenciar el
comportamiento o cómo lo
hacen. De hecho, las
familias, las adopciones
y los casos de gemelos
ofrecen experimentos
naturales en herencia
compartida que permiten
estudios cuidadosos de
comportamientos. Por
ejemplo:
-
Los gemelos idénticos,
o monocigotos, son
genéticamente
idénticos (es decir,
son clones).
-
Si los factores
genéticos tienen
influencia en una
característica de
comportamiento, los
gemelos idénticos
deben ser más
similares en su
comportamiento que
otros parientes, como
por ejemplo, gemelos
fraternales, los
cuales comparten
solamente el 50% de
sus genes.
-
De la misma manera, si
los genes influencian
el comportamiento, los
miembros de la familia,
los cuales comparten
entre 1/8 (primos
hermanos) a 1/2 (hermanos
y padres/hijos) de sus
genes, deben ser más
similares en su
comportamiento que la
gente no emparentada
con ellos.
Los genes y el autismo
En el caso del autismo,
la probabilidad de que
un hermano o hermana de
un niño afectado también
tenga la condición está
entre un tres y un seis
por ciento. Este número
es lo suficientemente
pequeño para que los
doctores familiares no
vean nunca suficientes
casos de dos hermanos
afectados en la misma
familia como para poder
sospechar una influencia
genética. Sin embargo,
esta incidencia es unas
cien veces mayor que la
tasa en que el autismo
afecta a la gente no
emparentada en la
población. Complicando
el problema de la rareza,
otra dificultad en
detectar los orígenes
genéticos del autismo
está en la falta de
árboles genealógicos. A
diferencia de la gente
que hereda la enfermedad
de Huntington (una
enfermedad genética que
no se presenta hasta que
la persona no haya
alcanzado la edad
reproductiva), las
personas afectadas por
el autismo se encuentran
socialmente tan
desajustadas que nunca
se casan o tienen niños.
Así, los investigadores
no tienen las historias
familiares extensas que
han jugado un papel tan
crítico en la
identificación de los
genes implicados en la
fibrosis cística, el
cáncer de pecho y otras
enfermedades.
Sin embargo, los
estudios con gemelos nos
han dado evidencias
poderosas sobre le papel
de la genética en el
autismo:
-
Un estudio mostró que
la probabilidad de que
el gemelo idéntico de
un niño autístico sea
a su vez autístico, es
del 82%. La tasa
equivalente para
gemelos fraternales es
solo del 10%.2
-
Los geneticistas del
comportamiento,
utilizando técnicas
sofisticadas de
análisis estadístico
en numerosos estudios
con gemelos, ahora
creen que hasta el 90%
del fenotipo
comportamental del
autismo está
relacionado a genes
heredados.2
-
Esta gran contribución
genética parece ser la
excepción en vez de la
regla cuando se
consideran
comportamientos
complejos. Esto es
probable debido a que
en el autismo, solo un
número relativamente
pequeño de genes
parece estar
involucrado (aunque
ciertamente más de un
gen), mientras que
otros comportamientos
parecen estar
influenciados por
muchos genes.
Los científicos
iniciaron una
colaboración
internacional en 1996
con el fin de
identificar los genes
específicos que
influencian al autismo.
Como resultado de este
trabajo y de estudios
posteriores, algún día
podremos entender mejor
las diferencias en los
cerebros de la gente con
autismo que los llevan a
tan extraños y
conflictivos
comportamientos.
© 2000, American
Institute of Biological
Sciences. Los
educadores tienen
permiso de reimprimir
artículos para su uso en
las clases; otros
usuarios por favor
comunicarse con
el
editor
para solicitar
permisos de reimpresión.
Por favor ver
políticas de reimpresión.
Sobre el autor:
Michael J. Dougherty,
Ph.D., trabaja para el
Departamento de Biología
del Hampden Sydney
College en Virginia. Él
ha publicado artículos
de investigación y
educación y ha sido
coautor de varios libros
de texto en biología
general y molecular y en
genética del
comportamiento. Sus
intereses incluyen la
genética del
comportamiento, la
estructura de las
proteínas, la educación
en ciencias y el
entendimiento del
público sobre la ciencia.
http://www.hsc.edu/academics/biology/dougherty.html |
Ayuda de impresión: hemos recibido
comentarios sobre
dificultades en imprimir
artículos desde
Netscape.
Si esto le
ocurre a usted, por
favor
use
Internet Explorer.
Por favor vea el
artículo original en
inglés para enterarse
más sobre el tópico del
artículo o para tener
acceso a la lección que
lo suplementa. (Enlaces
y lecciones no han sido
traducidas.)
Este artículo en inglés
Directorio de artículos
en español
la página
principal
R eferencias del artículo:
Estas referencias están
en inglés. Las
referencias no han sido
traducidas al español
dado que la mayoría de
los artículos citan
fuentes en el idioma
inglés.
1)
Jack Maguire. (1990).
Care and Feeding of the Brain. New York: Doubleday
2) Plomin, R. (ed.), DeFries, J., McClearn, G., and Rutter, M. (1997).
Behavioral Genetics. New York: W.H. Freeman and Co.
Referencias generales:
» Bailey, J.M., Phillips, W., and Rutter, M. 1996. "Autism: Towards an
integration of clinical, genetic, neuropsychological, and
neurobiological perspectives."
Jour. of Child Psychology and
Psychiatry. 37:89-126.
» Bailey, J.M., LeConteur, A., Gottesman, I.I., Bolton, P.,
Simonoff, E.,
Yuzda, E., and Rutter, M. 1995. "Autism as a strongly genetic disorder:
Evidence from a British twin study."
Psychological
Medicine, 25:63-77. |